INTRODUCCIÓN

Gen 12,1

Yavé dijo a Abram: "Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre y vete al país que yo te indicaré".

O sea: abandona tu cansancio, tu desilusión tus vicios...

Ap 22,4-5

4 verán su cara y llevarán su nombre en la frente. No habrá ya noche, no tendrán ya necesidad de la luz de una lámpara, ni de la del sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.

Neh 8,9-10

Entonces Nehemías, el gobernador; Esdras, el sacerdote–escriba, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: "Este día está consagrado a Yavé, vuestro Dios; no estéis tristes, no lloréis." Porque todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley. 10Les dijo también Nehemías "Id y comed viandas grasas, bebed bebidas dulces y mandad su porción a quien no ha preparado nada, pues este día está consagrado a Yavé. ¡No os pongáis tristes; el gozo de Yavé es vuestra fuerza!"

Vivimos en un tiempo en que muchos carecen de esperanza, y por lo mismo de gozo, de alegría.

Estos son tiempos del ruido, jolgorio, de la carcajada. Y debajo de todo esto, se puede encubrir un drama: el vacío del alma. La risa no es la alegría: más bien es fruto de ligereza, superficialidad y estupidez muchas veces.

Muchas veces es una técnica para intentar evadirse. Así, nos reímos al ver un loco, y no es algo como para reírse. Lo mismo, al reírse de "Jaimito": nos reímos de la crueldad, de la negligencia, etc.

Las lágrimas las producen la profundidad de la vida.

Ecl 7,6

6Porque como el estrépito
de las espinas bajo la olla,
así es la risa de los necios.

Detrás de la risa provocada, se puede esconder un verdadero drama. (Los pueblos se aburren. Los pueblos ya no tienen nada que hacer) El hombre no tiene dónde agarrarse.

La generación presente regresa del país de la muerte, ha experimentado la maldad, el riesgo, la amenaza, son como náufragos... (Es el salario del pecado)

Sal 48, 15

15Como rebaño van guiados al Seol;
los pastorea la muerte

Jean Anouil:

"Se sabe que ya no hay esperanza, se está cogido como una rata, con todo el cielo pesando sobre nuestras espaldas"

Como el profeta Daniel, que siempre habla de no caer en la fosa de las tragedias: de la enfermedad, de la vejez, de las muertes, del dolor; tener que morir en este despoblado de amor, de paz, de tranquilidad.

El hombre muere de nostalgia, de vacío.

La mayor parte de nuestros pecados, producidos por el vacío del dolor de la esperanza sin esperanza.

El hombre presiente que está sepultado por una losa que le aplasta:

Primero en la esclavitud
física: enfermedades, muertes
psíquica: vacíos afectivos
moral: arrancando del pecado, se desmenuza en mil variantes que es la desmoralización.

Después en la muerte.

El hombre ha perdido la libertad interior, que es el alma de la vida, no se da la libertad interior si no existe notable esperanza. Ha perdido el sentido de la muerte, del dolor. Y es que la libertad ha sido enloquecida:

    Se desprecia la fidelidad conyugal, lo que implica la mina de la paternidad, de la maternidad, de la filiación, del amor.

    Abandono del hogar de los jóvenes, delincuencia juvenil, anarquía.

    Los medios de comunicación se entregan a la calumnia, al escándalo, a la mentira.

    Se canonizan los vicios, la impiedad, etc.

¿Nosotros somos los hombres de la luz en medio de las tinieblas?

Nosotros somos la salvación de Dios, la mano de Dios.

Paul Mauriac:

"Hemos robado al Señor, y el resto del mundo no sabe dónde lo hemos puesto."

Hay dos aspectos:

·      lo hemos robado en el sentido de no dar testimonio

·      lo hemos escondido, como avaros.

Hemos robado la alegría, el gozo, la esperanza, que sólo la tiene Dios.

Nietzsche decía de nosotros:

'Tendría que cantarme cánticos mejores para que creyera en su Salvador. Tendría que verlos más salvados'.

¿Nos ha aplastado la losa que sepulta?, es decir, ¿nos han agarrotado las dificultades, la falta de fe viva?

La poesía es hierba entre losas. Deberíamos saber germinar flores entre las losas que nos aprisionan. Habremos de aumentar nuestra fe.

Definiciones de la esperanza.

Cardenal Danielou.

Es una síntesis admirable de sangre y nervio, de equilibrio y osadía, de riesgo y certidumbre. Estas son consecuencias de la esperanza.

La esperanza es la fuerza que nos hace caminar hasta el fin de la noche.

Es el fervor de una expectación

y

la tragedia de una entrega

V
V

 

V
V

Yo sé muy bien de quién me he fiado

 

El que quiera ser mi discípulo...

Es la capacidad de comprender el lenguaje de las flores y de las cosas mudas (de la creación).

Presentir el misterio de vida y felicidad insinuado en la naturaleza virgen.

Es haber entrado en el misterio de Dios.

A la esperanza la asesinaron los sucedáneos de la tierra prometida: que son la gran tomadura de pelo. Son las distracciones: cielos sintéticos. Ejemplos:

    Los espectáculos: pan y circo = pan y placeres.

    Los fingidos cielos de las historias de la prensa del corazón (es una afición que puede rayar en lo morboso).

    El mundo estupidificado que no vive más que para 'hacer el amor'.

    Literatura utópica de la revolución del proletariado.

Decía Bernanos:

"... de qué os sirve fabricar la vida, si habéis perdido el sentido de la vida."

Lo cierto es que el hombre queda abandonado a sí mismo.

    Sólo el amor de Dios capacita para la esperanza.

    Sólo el amor de Dios es alegría verdadera.

Estad radicados y fundados en el amor de Dios para que podáis comprenderlo todo (Ef 3, 17)

El mensaje de alegría es incomunicable si no es en un contexto de amor.

Toda la Creación es un mensaje de alegría, aunque se necesita un sexto sentido para recogerlo. La mayor alegría es la Redención.

Hay que redescubrir la Creación:

    descubrir intelectualmente al Creador

    descubrir las ternuras del amor de Dios y

    descubrir la Redención.

El sexto sentido es el Amor y la Fe. No podemos contemplar la naturaleza simplemente con los ojos de la carne. Hay que contemplarla con la Fe y el Amor.

La reacción del hombre sin esperanza. Dice Miguel de Unamuno:

pero es mejor así: Vértigo, vértigo, vértigo, lucha, trabajo, la paz y el sosiego son terribles, el fragor del combate nos impide oír: 'vanidad, todo es vanidad...'

Sin esperanza teológica, sin la alegría que da la esperanza teológica, la vida es un vacío que mata. Como muestra, grandes pensadores han dicho:

De Muset:      "la vida: un sueño entre dos nadas"

Valery:           "un interregno patológico"

Niestche:       "una crítica sin satisfacción y sin fuerza"  (ni chicha ni limoná)

Sófocles:       "una desgracia insoportable"

Marco Aurelio:"un juego estúpido"

Sardanápolo:  "la aventura del come, bebe y goza" (si puedes, claro)

Gran dilema: Creer, esperar y amar o morir.

La necesidad de creer, esperar y amar, pertenece constitutivamente a la esencia de nuestro ser; somos nuestras creencias, nuestras esperanzas, nuestras direcciones.

La vida del hombre es Fe, Esperanza y Caridad.

Decía Ortega y Gasset:

"La vida humana es necesariamente futurización".

Futurización según Ortega y Gasset es una proyección hacia adelante con esperanza.

Unamuno:

"Tengo sed de eternidad. Sin ella me es todo igual. Yo necesito eso, lo necesito, y sin eso no hay alegría de vivir. O la alegría de vivir no tiene sentido."

Yavé dijo a Abraham: "... abandona tu familia... ".

Psicología del hombre sin esperanza y del hombre desesperado.

Rasgos del hombre sin esperanza.

Tiene languidez aguda, que le lleva a un escepticismo vital de donde saldrá el pasota. El pasota, el lánguido y el escéptico tienen siempre coordenadas parecidas:

    el tejano, la chavala, la droga;

    el dinero, el placer, el brillo;

    comer, beber y 'hacer el amor'.

Rasgos del desesperado.

En él se produce el fenómeno de la fascinación. La fascinación es una situación petrificante, que lleva al endurecimiento; es una frialdad en el alma y una dureza interior. Esta fascinación, tiene las siguientes características:

    una vida clavada en lo irremediable;

    un encantamiento maléfico;

    es un maleficio sobre la misma sustancia de la vida;

    en definitiva, es una congelación de la vida del alma.

Tanto uno como otro, tienen una característica en sus consecuencias:

la dispersión y la fusión en lo inmediato sensitivo. La necesidad de desparramarse, de vivir al día, de atrapar la posibilidad, aunque sólo sea una gota, del gozo inmediato.

Sal 21,15

15 Como el agua me derramo,
todos mis huesos se dislocan,
mi corazón se ha vuelto como cera,
se me derrite en mi interior;

Resultado: gran silencio y vacío en el corazón y en el alma.

Decía Albert Camus;

no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.

El hombre en el suicidio mata al individuo ansioso de felicidad, de bien, de paz y de amor. Al no encontrar respuesta vital al problema central de nuestra vida, se llega a la desesperación.

El hombre se pierde en vano en una pasión inútil: el ansia de felicidad. (Sartre)

Este mundo moderno, es el más opuesto a la salvación que jamás ha habido. (Pèguy)

Cuando falta el amor de Dios, los minutos del nacimiento se degradan hasta la rigidez de la muerte.

Actitud del hombre nuevo.

Alegres en la esperanza. (Rom 12,12)

Todo bien o todo gozo presente, se apoya en lo venidero. Así, no puedo gozarme en un gran banquete, si sé que estoy en capilla. Lo venidero es, para nosotros, mucho más que el futurismo de Ortega y Gasset.

La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquéllas que no se ven. (Heb 11,1)

El presente tiene el peso específico de lo que va a venir. Como nosotros esperamos el encuentro con Dios, eso aumenta en nosotros nuestra capacidad de gozo.

La alegría de lo que esperamos es tan grande, que

    nos gozamos en cualquier cosita: poder de fruición;

    nos da una capacidad de compresión a todo nivel, comprendemos a Dios, a los hombres, incluso a nuestros enemigos;

    nos da una resistencia insólita y misteriosa.
"Se ha podido comprobar en los campos de concentración nazis y rusos que el que más resiste es el hombre de fe" (El ejemplo del P. Kolbe)

Decía S. Francisco de Asís:

En medio de la pobreza, cantad alegres como las alondras, trabajad alegres por el pan cotidiano.

El cristiano vive una esperanza total, no una eterna y otra temporal. El cristiano no es un inhibido, un pasota. Pero sí está de vuelta, es un hombre realista, reflexivo y consciente. Y se ha dado cuenta de que este mundo es concupiscencia de la carne, de los ojos y soberbia de la vida.

El cristiano adopta una actitud:

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras
y pasaré los fuertes y fronteras.

El cristiano es el hombre que aguarda un encuentro eterno con el amor infinito, ¡nada menos!, y por eso queda constituido en hombre de amor lo que quiere decir en hombre de alegría: "la firme seguridad de los bienes que nos esperan" como dice San Pablo.

Necesitamos encontrar la alegría

La alegría es el signo de que la vida ha tenido éxito. (Bergson)

Los santos atraen por su alegría. Son superabundantes en la alegría, y tienen una alegría contagiosa.

La alegría de Cristo es distinta a la del mundo.

Frutos de la alegría.

    Nos desata de nuestras ligaduras, de nuestras esclavitudes, para dar la guerra a nuestras esclavitudes, hay que buscar primero alegría.

    Remodela nuestra imagen y semejanza con Dios, nos empuja a trabajar las virtudes.

    Es victoria sobre la muerte, el pesimismo, el abandonismo.

    Nos hará salir de nuestra tibieza, de nuestra situación de abatimiento.

    Es resurrección y 'sursum corda'.

    La alegría de Dios es libertad:

Despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará." (Ef 5,14)

¿Es posible la alegría en este infierno?

Y con todo lo que exige Cristo: "El que quiera ser mi discípulo ..." con un Jesús del que se dice: "el pálido galileo que se alegra cuando gimen sus secuaces."

¿Es posible en este valle de lágrimas?

Pues sí, es posible la alegría de Dios y la alegría del mundo, del pecado: la vana alegría.

el último grado (no en orden) de soberbia: la vana alegría; que consiste en atender exclusivamente la propia excelencia, y en ver las miserias del prójimo. (San Bernardo)

Y la alegría biológica o fisiológica: Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor...

... hay una alegría en Dios, y otra más pobre, de la cual cada uno tiene su triste idea. (Bernanos)

Nuestra paz consiste en estar con Dios, aquí por la fe, después cara a cara, pero esta nuestra paz actual es más bien consuelo en la miseria que alegría en la felicidad ... con secreta alegría mezclada de temor y secreta tristeza mezclada de esperanza. (San Agustín) (El que esté de pie, mire que no caiga.)

La alegría salada y la alegría esforzada.

La auténtica alegría, supone siempre una mayor o menor impregnación de tristeza. Este es el salario del pecado. Verbigracia:

    los desencantos y desengaños que sufrimos en la vida;

    ciertos miedos que se tercian en nuestra vida;

    la inseguridad, lo imprevisto, el sufrimiento.

Esa beta de tristeza, es nuestra fragilidad. Que es también la purificación de la alegría. La alegría tranquila y subterránea, radica en el convencimiento de una presencia inmortal e infinitamente amorosa de Dios en mi vida.

Fundamento de la alegría.

Es el amor de Dios:

"me amó hasta el extremo". (Jn 13, 1)

"Ni uno solo de vuestros cabellos cae de vuestra cabeza sin que mi Padre de su permiso." (Mt 10, 30)

"En el vivimos, nos movemos y somos" (Hch 17, 28)

Nuestra alegría es alegría caminante, ascendente, creciente, de víspera. Es la alegría expectante.

La esperanza nos obliga a la alegría. Por eso san Pablo habla en imperativo: "Alegraos, os lo repito...(Flp 4, 4)" y es que la alegría todavía es posible, porque todavía vivimos. El vivir es la oportunidad para la alegría. Mientras vivimos, caminamos hacia la esperanza, hacia la alegría.

Todavía podemos llegar a la inocencia de la infancia. Es posible rectificarlo todo. ¡TODO!. ¡Cuántos residuos de niñez, todavía!

    Nuestro pobre amor sin cálculos; necesitamos amar y que nos amen sin cálculo.

    Esfuerzos que hacemos para trabar amistad con los niños. Ahí podemos injertar nuestra esperanza, en estos residuos de nuestra niñez.

    Nuestros pecados, o la escasa habilidad para agotarlos: hay una necesidad de librarse de esta condición de muerte.

    La proclividad que tenemos a la tristeza.

Nosotros nos gozamos cuando somos débiles:

"Y nos alegramos siendo nosotros débiles y vosotros fuertes." (II Cor 13,9).

Tenemos alegría, porque somos débiles.

Mi impotencia, mi pequeñez, me recuerdan que soy un niño. Esto es definitivo en la vida espiritual. El saber que soy un niño. Y me recuerda que Dios es mi padre.

El primer pecado, y todos los pecados, se producen porque olvidamos 'mi pequeñez' y que 'Dios es mi padre'. Adán y Eva pecaron cuando se hicieron adultos, o sea, independientes.

Cristo quiere que luchemos con El, no que venzamos... (Pascal)

Cuando dice "el que quiera ser mi discípulo tome su cruz de cada día y sígame." Si no se le sigue, es imposible; si no es siguiéndole, yendo con El, es imposible.

Mi mayor pequeñez no es mi impotencia, sino mi pecado.

Testimonio de dos videntes.

Sor Mª Consolata. Le dice el Señor: "Una madre siempre ve hermoso a su hijo; yo veo así a las almas. Necesito dar misericordia siempre."

y a Sor  ? : "Honra a Dios con tu confianza, júrame creer siempre y en cualquier situación en que tu alma pueda encontrarse, ... que hay un paraíso abierto para ti."