1 Avivar los deseos de contemplar a Dios

(Viernes 23-may-03)

 

Deseo de contemplar a Dios.

Hemos de avivar el fuego de los deseos. Dice San Juan de la Cruz:

Coplas hechas sobre un éxtasis de harta contemplación.

Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo
.

1. Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

Entrar y quedarnos. Quizá sin saber dónde entramos. Quizá no sepamos explicarlo.

En Jn 21, 16

Le dice el Señor a Pedro:

16 Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» 17 Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.

Hay que volver a los orígenes, al fervor de la primera caridad. Más deseo de tomar conciencia de que soy contemplado. He de dejarme centrar por Él en Él.

San Anselmo:

Y entonces ¿por qué andas ansioso, hombrecillo, buscando por doquiera los bienes del cuerpo y del alma? Ama el verdadero bien, en el cual están todos los bienes, y basta. Desea el bien absoluto, que es el bien total, y basta. Porque ¿qué es lo que amas, cuerpo mío, alma mía? Ahí está, sí; ahí está lo que amáis, lo que deseáis."

Él me ha amado primero: por eso puedo responder.

Actitud contemplativa: que significa ejercitar la fe. Ejercitar la fe para darme cuenta de que Él me ha amado primero. Que me ama por su misericordia, y no por mis méritos. Yo en todo caso, como Pedro, ¡le habré negado tantas veces!

Ejercitar la fe para que vaya llenando mi vida. Toda mi vida.

Y una esperanza ilimitada en que vaya convirtiéndome a Él. La esperanza de que me va a salvar nunca nos defraudará.

Y significa el ejercicio de la caridad; amor saca amor.

La noche es tiempo de Salvación. Dios ha visto la noche como tiempo de salvación; el Señor se revela de noche a los profetas: a Samuel,... de noche el día de Navidad; de noche a los ángeles, a los reyes, a los pastores...

Espíritu y clima

En Lc 8, 9

Los discípulos no habían captado bien sus enseñanzas y le ruegan que les explique el sentido de las parábolas.

9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, 10 y él dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios;

Es decir, es un don.

Conocer (en la Biblia) es un conocimiento unitivo.

Hoy Jesús nos dice lo mismo. El conocimiento del Reino de Dios es un don.

Estamos llamados a ser apóstoles conociendo de forma profunda los misterios del Reino de Dios. Esto no es fruto de nuestro esfuerzo. Es algo que nos es dado. Somos incapaces por nosotros mismos de conocer (o crear, o inventar) estos misterios.

Pero como es un don… …necesita ser acogido. Como todo regalo.

Nuestra vida ha de ser una acogida continua. Hemos de tener nuestro corazón desplegado hacia Dios. En la dirección de Dios. No se trata de replegarse en uno mismo, sino de desplegarse: Desplegarse hacia Dios con la máxima distensión. No puños, voluntarismo, sino receptividad absoluta en presencia de Dios.

Y cuando Jesús dice ‘a vosotros’, no está hablando al montón. Se refiere a cada uno en particular. Con nombre y apellidos. Me quiere comunicar a mí. Porque cada uno de nosotros es único para Dios. Como cada hijo es único para sus padres, aunque tengan un montón de hijos. Venimos a buscar a Dios, no a entenderlo.

Se trata de conocer, no de entender. El conocer supone la unión. Hay que entrar en el campo de Dios para comulgar con Él. No es un almacenamiento de ideas.

A cada uno de nosotros se nos da a conocer el misterio.

Es algo trascendente, que nos sobrepasa, pero es necesario para mi vida de oración y de apostolado. El misterio me sobrepasa, pero no es un muro, porque el Bautismo me ha capacitado para conocer, para comulgar con estos misterios. No los podemos comprender, pero sí saborearlos, amarlos, familiarizarme con ellos: entrar en el mundo de Dios y Él nos dirá lo que quiera decirnos sobre su misterio.

Hemos de dejarnos situar por un impulso en la órbita de Dios. Se trata de ver cómo el Espíritu de Dios está en todas partes. Todo está penetrado por la presencia del amor de Dios. Que esta presencia la intuyamos, la percibamos. El fin primero de mi vida es dar gloria a Dios.

La Virgen María que es Reina y Madre nos ayudará.

Avivemos los deseos de contemplación para recibir este don.