5ª Med. Pasión y muerte.

Veamos la Pasión desde dentro. Lo que vice y dice Jesús. Hay una necesidad de salvación. La cuestión de la salvación es punto de partida. No puede disociarse Dios de Cristo.

Walter Kasper en ‘El hombre doliente’ dice:

…el interlocutor de una teología actual es el hombre doliente que tiene experiencia concreta de la situación de infelicidad y es consciente de la impotencia y la finitud de su condición humana.

No de lo fronterizo, sino del núcleo.

Y Carrell en Lourdes, habla de la necesidad de la inmortalidad. Implica que esa vida existe. Según él, el 3er instinto es el de la elevación espiritual (después del de conservación y el de la especie).

Nos preguntamos: la muerte de Jesús, ¿fue impuesta?

El sentido de su morir lo da en la Eucaristía. En la institución de la Eucaristía, en el Cenáculo, Jesús rezó los himnos del Hallel, con un sentido rotundo e irrepetible. Son los salmos 113 al 118.

 

(traducción Biblia de Jerusalén)

(traducción de la Liturgia de las Horas)

SALMO 113 (112)

Al Dios de gloria y de piedad

1 ¡Aleluya!
¡Alabad, siervos de Yahvé,
 alabad el nombre de Yahvé!
2 ¡Bendito el nombre de Yahvé,
 desde ahora y por siempre!
3 ¡De la salida del sol hasta su ocaso,
 sea alabado el nombre de Yahvé!

4 ¡Excelso sobre los pueblos Yahvé,
 más alta que los cielos su gloria!
5 ¿Quién como Yahvé, nuestro Dios,
 con su trono arriba, en las alturas,
6 que se abaja para ver el cielo y la tierra?

7 Levanta del polvo al desvalido,
 alza al pobre del estiércol,
8 para sentarlo en medio de los nobles,
 en medio de los nobles de su pueblo.
9 Asienta a la estéril en su casa,
 como madre feliz con hijos.

Salmo 112

Alabado sea el nombre del Señor

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

 

SALMO 114 (113 A)
Himno Pascual

¡Aleluya!
1 Al salir Israel de Egipto,
 Jacob de un pueblo extranjero,
2 Judá fue su santuario,
 Israel fue su dominio.

3 El mar lo vio y huyó,
 el Jordán retrocedió,
4 los montes brincaron como carneros,
 las colinas igual que corderos.

5 Mar, ¿qué te pasa que huyes,
 y tú, Jordán, que retrocedes,
6 montes, que brincáis como carneros,
 colinas igual que corderos?

7 La tierra tiembla en presencia del Dueño,
 en presencia del Dios de Jacob,
8 el que cambia la peña en estanque
 y hace del pedernal una fuente.

Salmo 113
Israel liberado de Egipto

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

 

SALMO 115 (113 B)
El único Dios verdadero

1 ¡No a nosotros, Yahvé, no a nosotros,
 sino a tu nombre da gloria,
 por tu amor y tu lealtad!
2 Que no digan los paganos:
 «¿Dónde está tu Dios»?

3 Nuestro Dios está en el cielo,
 y hace todo cuanto quiere.
4 Plata y oro son sus ídolos,
 obra de la mano del hombre.

5 Tienen boca y no hablan,
 tienen ojos y no ven,
6 tienen orejas y no oyen,
 tienen nariz y no huelen.

7 Tienen manos y no palpan,
 tienen pies y no caminan,
 tienen garganta sin voz.
8 ¡Sean como ellos los que los hacen,
 los que en ellos ponen su confianza!

9 Casa de Israel, confía en Yahvé,
 él es su auxilio y su escudo;
10 casa de Aarón, confía en Yahvé,
 él es su auxilio y su escudo;
11 leales a Yahvé, confiad en Yahvé,
 él es su auxilio y su escudo.

12 Yahvé se acuerda y nos bendice:
 Bendice a la casa de Israel,
 bendice a la casa de Aarón,
13 bendice a los leales a Yahvé,
 a todos, pequeños y grandes.

14 ¡Que Yahvé os multiplique,
 a vosotros y a vuestros hijos!
15 ¡Benditos seáis de Yahvé,
 que hizo el cielo y la tierra!
16 El cielo es el cielo de Yahvé,
 la tierra se la ha dado al hombre.

17 Los muertos no alaban a Yahvé,
 ninguno de los que bajan al Silencio;
18 Nosotros, los vivos, bendecimos a Yahvé,
 desde ahora y por siempre.

Salmo 113 B
Himno al Dios verdadero

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios?"

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

 

SALMO 116  (114-115)
Acción de gracias

¡Aleluya!
1 Amo a Yahvé porque escucha
 mi voz suplicante;
2 porque inclina su oído hacia mí
 el día que lo llamo.

3 Me aferraban los lazos de la muerte,
 me sorprendieron las redes del Seol;
 me encontraba triste y angustiado,
4 e invoqué el nombre de Yahvé:
 ¡Socorro, Yahvé, sálvame!

5 Tierno y justo es Yahvé,
 nuestro Dios es compasivo;
6 Yahvé guarda a los pequeños,
 estaba yo postrado y me salvó.

7 ¡Vuelve a tu calma, alma mía,
 que el Señor te ha favorecido!
8 Ha guardado mi vida de la muerte,
 mis ojos de las lágrimas,
 mis pies de la caída.

9 Caminaré en presencia de Yahvé
 en el mundo de los vivos.

Salmo 114
Acción de gracias

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida".

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

 

 

10 ¡Tengo fe, aún cuando digo:
 «Mira que soy desdichado»!,
11 yo que dije consternado:
 «los hombres son mentirosos».

12 ¿Cómo pagar a Yahvé
 todo el bien que me ha hecho?
13 Alzaré la copa de salvación
 e invocaré el nombre de Yahvé.
14 Cumpliré mis votos a Yahvé
 en presencia de todo el pueblo.

15 Mucho le cuesta a Yahvé
 la muerte de los que lo aman.
16 ¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
 tu siervo, hijo de tu esclava,
 tú has soltado mis cadenas!

17 Te ofreceré sacrificio de acción de gracias
 e invocaré el nombre de Yahvé.
18 Cumpliré mis votos a Yahvé
 en presencia de todo el pueblo,
19 en los atrios de la Casa de Yahvé,
 en medio de ti, Jerusalén.

Salmo 115
Acción de gracias en el templo

Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

 

SALMO 117 (116)
Invitación a la alabanza

¡Aleluya!
1 ¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
 ensalzadlo, pueblos todos!

2 Pues sólido es su amor hacia nosotros,
 la lealtad de Yahvé dura para siempre.

Salmo 116
Invitación universal a la alabanza divina

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

 

SALMO 118 (117)
En la fiesta de las Tiendas

¡Aleluya!
1 ¡Dad gracias a Yahvé, porque es bueno,
 porque es eterno su amor!

2 ¡Diga la casa de Israel:
 es eterno su amor!

3 ¡Diga la casa de Aarón:
 es eterno su amor!

4 ¡Digan los que están por Yahvé:
 es eterno su amor!

5 En mi angustia grité a Yahvé,
 me respondió y me dio respiro;

6 Yahvé está por mí, no temo,
 ¿qué puede hacerme el hombre?
7 Yahvé está por mí y me ayuda,
 y yo desafío a los que me odian.

8 Mejor refugiarse en Yahvé
 que poner la confianza en el hombre;
9 mejor refugiarse en Yahvé
 que poner la confianza en los nobles.

10 Me rodeaban todos los gentiles,
 en el nombre de Yahvé los rechacé;
11 me rodeaban una y otra vez,
 en el nombre de Yahvé los rechacé.
12 Me rodeaban lo mismo que avispas,
 llameaban cual fuego de zarzas,
 en el nombre de Yahvé los rechacé.

13 ¡Cómo me empujaban para tirarme!,
 pero Yahvé vino en mi ayuda.
14 Mi fuerza y mi canto es Yahvé,
 él fue mi salvación.

15 Clamor de júbilo y victoria
 se oye en las tiendas de los justos:
 «La diestra de Yahvé hace proezas,
16 magnífica es la diestra de Yahvé,
 la diestra de Yahvé hace proezas».

17 No he de morir, viviré
 y contaré las obras de Yahvé.
18 Me castigó, me castigó Yahvé,
 mas a la muerte no me entregó.

19 ¡Abridme las puertas de justicia,
 y entraré dando gracias a Yahvé!

20 Aquí está la puerta de Yahvé,
 los justos entrarán por ella.

21 Te doy gracias por escucharme,
 por haber sido mi salvación.

22 La piedra que desecharon los albañiles
 se ha convertido en la piedra angular;

23 esto ha sido obra de Yahvé,
 nos ha parecido un milagro.

24 ¡Éste es el día que hizo Yahvé,
 exultemos y gocémonos en él!
25 ¡Yahvé, danos la salvación!
 ¡Danos el éxito, Yahvé!

26 ¡Bendito el que entra en nombre de Yahvé!
 Os bendecimos desde la Casa de Yahvé.
27 Yahvé es Dios, él nos ilumina.

¡Cerrad la procesión, ramos en mano,
 hasta los ángulos del altar!

28 Tú eres mi Dios, te doy gracias,
 Dios mío, quiero ensalzarte.

29 ¡Dad gracias a Yahvé, porque es bueno,
 porque es eterno su amor!

Salmo 117
Himno de Acción de gracias después de la victoria

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"la diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa."

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

–Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

–Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

–Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

–Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

El sentido integral de lo que dicen los salmos, no lo tenían hasta ese momento.

En Getsemaní tenemos un buen modelo para la oración en situaciones muy difíciles. Jesús sufre, y mucho porque es más sensible que tú y que yo.

38 Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» 39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú.» 40 Viene entonces a los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? 41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» 42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» 43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. 44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. (Mt 26)

Muchas veces habrá que volver con la misma oración.

Jesús va cambiando en ese camino hacia la Pasión. Empieza diciendo ‘si es posible, que pase de mí esta copa’, luego recita en la cruz el salmo 22:

1 Del maestro de coro. Sobre «la cierva de la aurora«. Salmo. De David.

2 ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
 Estás lejos de mi queja, de mis gritos y gemidos.
3 Clamo de día, Dios mío, y no respondes,
 también de noche, sin ahorrar palabras.
4 ¡Pero tú eres el Santo, entronizado
 en medio de la alabanza de Israel!
5 En ti confiaron nuestros padres,
 confiaron y tú los liberaste;
6 a ti clamaron y se vieron libres,
 en ti confiaron sin tener que arrepentirse.
7 Yo en cambio soy gusano, no hombre,
 soy afrenta del vulgo, asco del pueblo;
8 todos cuantos me ven de mí se mofan,
 tuercen los labios y menean la cabeza:
9 «Se confió a Yahvé, ¡pues que lo libre,
 que lo salve si tanto lo quiere!».
10 Fuiste tú quien del vientre me sacó,
 a salvo me tuviste en los pechos de mi madre;
11 a ti me confiaron al salir del seno,
 desde el vientre materno tú eres mi Dios.
12 ¡No te alejes de mí, que la angustia está cerca,
 que no hay quien me socorra!
13 Novillos sin cuento me rodean,
 me acosan los toros de Basán;
14 me amenazan abriendo sus fauces,
 como león que desgarra y ruge.
15 Como agua me derramo,
 mis huesos se dislocan,
 mi corazón, como cera,
 se funde en mis entrañas.
16 Mi paladar está seco como teja
 y mi lengua pegada a mi garganta:
 tú me sumes en el polvo de la muerte.
17 Perros sin cuento me rodean,
 una banda de malvados me acorrala;
 mis manos y mis pies vacilan,
18 puedo contar mis huesos.
 Ellos me miran y remiran,
19 reparten entre sí mi ropa
 y se echan a suertes mi túnica.
20 Pero tú, Yahvé, no te alejes,
 corre en mi ayuda, fuerza mía,
21 libra mi vida de la espada,
 mi persona de las garras de los perros;
22 sálvame de las fauces del león,
 mi pobre ser de los cuernos del búfalo.
23 Contaré tu fama a mis hermanos,
 reunido en asamblea te alabaré:
24 «Los que estáis por Yahvé, alabadlo,
 estirpe de Jacob, respetadlo,
 temedlo, estirpe de Israel.
25 Que no desprecia ni le da asco
 la desgracia del desgraciado;
 no le oculta su rostro,
 le escucha cuando lo invoca».
26 Tú inspiras mi alabanza en plena asamblea,
 cumpliré mis votos ante sus fieles.
27 Los pobres comerán, hartos quedarán,
 los que buscan a Yahvé lo alabarán:
 «¡Viva por siempre vuestro corazón!».
28 Se acordarán, volverán a Yahvé
 todos los confines de la tierra;
 se postrarán en su presencia
 todas las familias de los pueblos.
29 Porque de Yahvé es el reino,
 es quien gobierna a los pueblos.
30 Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
 ante él se humillarán los que bajan al polvo.
 Y para aquel que ya no viva
31 su descendencia le servirá:
 hablará del Señor a la edad
32 venidera,
 contará su justicia al pueblo por nacer:
 «Así actuó el Señor».

Hay una progresiva aceptación de la Pasión.

Hemos de comunicar la fe a los otros.

¿Cómo evangelizar? Pues como dice Juan, de lo que contemplamos, de lo que hemos visto:

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (1Jn 1)